martes, 16 de septiembre de 2008

Amarga Despedida

Ordenando carpetas o el baúl virtual de los recuerdos, he encontrado lo que escribí ya hace más de dos años, cuando Chiky y yo íbamos a ser padres de una niña. Durante 4 meses todo fue bien, pero de repente un día ya no había líquido amniótico en la bolsa y las alarmas saltaron. No sabían dónde había ido ese líquido ni por qué. No dijeron que le fallaban los riñones, que no tenía vejiga, que era niño... vamos, no se aclaraban ni daban una. Durante un mes entero Chiky fue visitada por prácticamente todos los ginecólogos del hospital, cada uno con una teoría o versión distinta y con cada una de ellas nuestra confusión era aún mayor. Te daban esperanzas y te las quitaban, como quien le da y le quita un caramelo a un niño. Nos decían que sin líquido no se desarrollaría bien y nacería atrofiada y posiblemente con los pulmones subdesarrollados y a la vez, soltaban que no entendían cómo seguía aún con vida y creciendo, que debía estar muerta. Al final y después de tanto dolor, nos dieron el definitivo mensaje de que lo mejor era interrumpirlo mediante un legrado. Chiky literamente la dió a luz para verla fallecer. Eso es cruel. A día de hoy no tenemos ni idea de qué es lo que pasó. Aseguran que no fue un problema genético y dado que Chiky es diabética siempre lo hemos dudado. Tras estos años aún leo lo que escribí entonces y se me rayan los ojos, volviendo a revivir lo que sentía entonces como si hubiera sido ayer y guardando un rencor tremendo hacia unos médicos que no nos hablaron con franqueza desde el principio y nos hicieron pasar un mes albergando esperanzas y quitándonoslas una y otra vez:

Tu concepción llegó de sorpresa. Me cogió desprevenido y me asustó. Sin embargo, con el paso de estos 5 meses llegué a quererte con locura. Me encantaba ver tu crecimiento y desarrollo en las ecografías. Nunca olvidaré en aquella en que apareciste de frente y no dejabas de brincar con un brazo en alto, como saludando con la manita. No puedo describir lo que sentí en ese momento. Tú eres lo más importante que he hecho en mi vida y ahora he de decirte adiós. Todo en esta vida pasa para que aprendamos y lo único que se me ocurre que me puede haber enseñado tu corta estancia en este mundo es que he perdido el miedo a ser padre y le has dado más sentido a mi vida que cualquier otra cosa que haya visto antes. Desearía poder llegar a verte nacer, tenerte entre mis brazos e intentar enseñarte a crecer en este extraño mundo que nos toca pisar. En vez de eso me he de despedir de ti y ni siquiera te conozco. Me siento impotente y terriblemente vacío. Tenía tantas ganas de conocerte, de darte lo mejor de mí. Ahora sé lo que es el amor de verdad, lo que es querer a alguien tanto que te duele no poder compartirlo todo con él y saber que se ha de marchar antes incluso de haber nacido. Siempre te llevaré conmigo y recordaré esta amarga despedida.

1 comentario:

Jackal dijo...

Espero que, cuando sea el momento adecuado, la vida os dé vuestra merecida oportunidad de ser padres. De corazón espero que así sea.

Un abrazo.