domingo, 28 de septiembre de 2008

Libro: PROYECTO A.E. CAPÍTULO 15

CAPÍTULO 15. LA LLEGADA.

La noche se cernía sobre el árido desierto. Una ligera brisa levantaba pequeñas nubes de arena de no más de un metro de altura. La luna, con su fría luz, bañaba el sosegado paisaje y como si de un fantasma se tratase, los restos del fuselaje del TET 4. No se oía ni un alma, excepto un ligero zumbido que se iba incrementando poco a poco. De repente, como si de un huracán se tratase, la polvareda comenzó a levantarse bruscamente y el zumbido se hizo más fuerte, como si una fuerza invisible soplara sobre el suelo. En la arena, 3 marcas de considerable tamaño aparecieron como por arte de magia al mismo tiempo que se oía un ruido sordo. El zumbido fue cesando hasta que no se oyó nada más. Al cabo de unos segundos, el aire pareció distorsionarse, dejando a la vista el fuselaje de otro avión totalmente oscuro, sin signo alguno de identificación. La puerta del mismo se abrió, dejando escapar una luz artificial de su interior. Uno a uno, un grupo de 3 hombres y 2 mujeres armados salieron al desierto. Con las armas en alto se replegaron alrededor del aparato, vigilando. Tras comprobar que todo estaba despejado hicieron señas hacia el vehículo y al momento, de sus entrañas emergió el Sr. López, ataviado con indumentaria de la época en que se encontraban. Con un gesto de la mano indicó al jefe del grupo armado que se acercase. Este obedeció de inmediato.

- Señor.

- Quiero que comprobéis lo que queda del TET 4. Busquen cualquier indicio de supervivientes o cadáveres. Si falta alguna cosa que haya sido sustraída y no destrozada en el accidentado aterrizaje.

- ¡Sí, señor! – contestó el hombre y al momento con señas militares de las manos, indicó a sus hombres el acercamiento al fuselaje del destrozado aparato.

López subió de nuevo a su propio aparato. En el fondo ya sabía que no encontrarían a nadie, pero convenía asegurarse. En la foto sólo aparecían Max y Sara, lo cual podía significar que algo podría haberles pasado a los demás. Se acercó hasta la cabina de los pilotos, los cuales comprobaban el ordenador de a bordo.

- Señor –dijo el copiloto- todo en orden. No hemos sido detectados por ningún sistema, ni militar ni civil. El camuflaje funciona a la perfección. Las cámaras de calor no detectan presencia humana, exceptuando la de nuestros propios hombres. Procederemos a la puesta a punto de los vehículos secundarios destinados a alcanzar la ciudad de manera sutil y sin levantar sospechas en cuanto dé su permiso.

- De acuerdo, tienen mi permiso.

Ciertamente a López le encantaba aquella situación. Nunca había tenido a sus órdenes personas que lo llamasen señor con tanta profesionalidad y sinceridad. Se les pagaba por ello sí, pero de todos modos le hacía sentir especial. Quedaban varias horas para el amanecer y aún debían llegar a la ciudad, así que se encaminó tras los pilotos hacia la zona de carga del avión. Cuando llegó ya habían desenvuelto un par de aquellas preciosidades. Motocicletas, la idea había sido suya. Le fascinaban desde niño. Desde que recuerda, no quiso perderse una sola exhibición de vehículos antiguos, obsoletos en su tiempo. Era verdad, que en potencia, seguridad y aerodinámica las Bikenetics (motos magnéticas de su propio tiempo, que no precisaban ruedas gracias a que generaban un campo magnético que las hacia desplazarse y flotar) superaban con creces aquellas “antiguallas”. Pero para él tenían un encanto especial, poseían ese aire nostálgico de tiempos en los que la seguridad no era tan mirada. La emoción de riesgo que le producía llevar una de aquellas motos superaba con creces cualquier sensación procurada por simuladores. No fueron fáciles de conseguir, pero Fleitas había dicho que no importaba el dinero que costase la operación, así que se había permitido el lujo. En cuanto acabase con el “cabo suelto” que tenían entre manos, el futuro estaría asegurado.

Los soldados aparecieron con caras serias informando de que no había cadáver ni superviviente alguno en el fuselaje destruido. En cambio, faltaban numerosos portátiles que venían incluidos en la lista de inventario del TET 4, así como armas, cantimploras, utensilios…y el aparato espacio-temporal que había sido sustraído de la coraza de seguridad que lo protegía.

Un sudor frío asaltó la frente de López. Evidentemente estarían intentando repararlo o reconstruirlo, no era una meta imposible ya que la tecnología para lograrlo ya existía en esa época, solo que nadie de aquel entonces lo sabía. Tras meditarlo unos segundos se dirigió a “sus” hombres.

- Señores, debemos partir de inmediato. Procedan a cambiarse de ropa y desmonten las armas para camuflarlas. No hace falta que les diga que debemos actuar con precaución, sobre todo en lo concerniente al contacto con los habitantes de este presente, pero sin dudarlo, nuestros objetivos deben ser localizados y eliminados con contundencia y precisión. No hay margen para los errores. Si los ven mátenlos sin perder un segundo, pues es vital para nuestro tiempo. No dudo de su profesionalidad, puesto que son los mejores en su trabajo y sin duda, se les ha pagado por ello. Recuerden que una vez culminada la misión y de regreso a nuestro lugar de procedencia serán recompensados con un plus. En marcha.

Una vez acabaron de cumplir las órdenes recibidas, uno de los pilotos abrió la puerta de carga. De su interior surgieron entre rugidos las motos, que levantaban una nube de polvo a su paso y sin perder tiempo se perdieron en la noche rumbo a la carretera. Mientras, piloto y copiloto ya sólo distinguían puntos de luz roja en el horizonte.

Proyecto A.E. copyright © Airam Noda Gómez

1 comentario:

Jackal dijo...

El señor López me cae gordo :(