martes, 30 de septiembre de 2008

Libro: PROYECTO A.E. CAPÍTULO 20

CAPÍTULO 20 ENCARCELADOS.

Aquel contratiempo daba al traste con todos sus planes. En la fría celda, apoyado en los barrotes, López veía como su futuro se iba a la mierda. Los policías que lo habían interrogado no resultaron muy cordiales y menos cuando se acogieron a la 5ª enmienda. Se ve que se tomaban muy mal que cayera alguno de los suyos, y en el tiroteo habían muerto 3 polis y otro par quedó herido. Eran buenos sus hombres –pensó-. Aunque hombres le quedaban sólo tres y dos eran mujeres. Así que no era el término literal más adecuado. De repente, un recuerdo asaltó su mente. ¡Se había olvidado de los pilotos! Girándose hacia los demás, que se encontraban sentados en las literas preguntó:

- Ortiz, ¿aún tienes el implante?

- ¿Se refiere al de emergencia señor?

- Claro, ¿a cual si no? Estuviste en el ejército, os lo ponen a todos.

- Se sorprendería de la cantidad de esos chismes que nos ponen bajo la piel durante el servicio militar. Cuando lo dejas o acabas te ofrecen quitártelos o vivir con ellos. Dicen que no son nocivos, aunque yo no me lo creo del todo.

- Muy bien, pero eso no viene a cuento ahora. Necesito que actives el de emergencia Ortiz. Tendrá el alcance necesario.

- Señor, aunque lo active, ni siquiera el ejército de ahora puede descifrar la señal. No es de esta era. ¿De qué serviría?

- Piensa un poco. Nuestro avión es de diseño militar. Digamos que traen los decodificadores de serie. La señal llegará a nuestros compañeros y podrán sacarnos de aquí. Actívalo.

Ortiz se levantó de la litera y puso dos dedos de la mano derecha en su cuello. Se dio varios golpecitos fuertes y secos. Acto seguido un ligero bulto asomó en la piel. Cogiéndose la “protuberancia” la oprimió con fuerza y un morado apareció en la zona afectada, así como una lucecita parpadeante de color amarillo.

- Señal activada señor – comentó Ortiz con ojos llorosos por el dolor-

- Perfecto. Recemos para que Pablo y León sepan tomar las medidas adecuadas.

- Señor –dijo una mujer fornida- ¿Cree que lo conseguiremos? No me apetece pasarme el resto de mi vida en una época que no es la mía y mucho menos encerrada.

López la miró. Después, en un arrebato de sinceridad dijo:

- Yo tampoco quiero quedarme en esta pocilga Vanesa. Tengo un futuro provechoso planeado. Más vale que funcione o estaremos jodidos.

- ¡Eh vosotros! No se os ha dado permiso para hablar – exclamó el poli de guardia-

- Se le ve nervioso agente. ¿Tienen acaso algún problema grave? – preguntó la otra chica del grupo burlándose-

- ¿Algún problema grave dices, zorra? Te has cargado a varios polis. Aquí quien tiene los problemas graves eres tú. Hasta el lunes no vendrá el furgón a recogeros y de aquí a entonces pueden ocurrir muchas cosas. Por ejemplo, algún que otro accidente.

- ¡Oooh, que valiente! Podría partirte ese cráneo como si fuera un huevo capullo y no me despeinaría – contestó con ironía la chica-

El guardia fijó sus ojos en los de ella con una rabia contenida a duras penas. Parecía que estuviera a punto de abrir la celda y entrar a partirle la cara a porrazos.

En ese instante un grito los sobresaltó a todos. Ortiz, con los ojos desorbitados y los músculos en tensión se agarraba el cuello con las manos mientras caía arrodillado. Las mujeres se agacharon para ayudarlo.

- ¿Qué le ocurre? ¿Un ataque al corazón quizás? – preguntó divertido el poli- Seria una lástima porque en este momento las líneas están “misteriosamente” cortadas. No podría llamar a una ambulancia.

Pero nadie hizo caso del comentario. López se había acercado a Ortiz, que seguía en tensión y con una mueca de dolor.

- ¿Qué ocurre? – preguntó-

- ¡Res-res-respuesta se-señorrr. Impulso-so eléctri-tri-co. Aaaaarg, Dios!

- ¿Qué significa eso, joder?

- Señor – contestó Vanesa- Significa que han recibido la señal y en respuesta envían un impulso eléctrico. Es doloroso, pero no mortal. En cuanto acabe se repondrá. El tiempo que dure en minutos marcará el tiempo que tardarán en venir. Cada minuto es una hora.

- Lo vuestro es crónico. ¡Estáis como una puta cabra! – se oyó decir al guardia mientras se alejaba por el pasillo de celdas-

Los gritos habían cesado. Temblando y respirando con fuerza, pero más relajado. Ortiz sudaba copiosamente y las chicas lo ayudaron a tumbarse en uno de los camastros.

- Y bien, ¿cuánto tiempo ha sido?

- Unos 7 minutos señor – contestó Yurena, la otra chica del grupo- , es decir unas 7 horas.

- No podía ser mejor. Creo que han pensado que el momento idóneo para sacarnos de aquí es durante los apagones – dijo López-. Los polis no sabrán ni qué los habrá golpeado. Eso los que se queden, porque los demás estarán muy ocupados intentando detener los primeros saqueos y altercados.

- Se va a organizar una buena ahí fuera. He leído mucho en los holo-libros de historia y consultado diversos holo-documentales – comentó la chica más fornida-

- Tranquila. Nos desharemos de quien se nos ponga por delante. No podemos permitirnos el lujo de fallar esta vez. Aún tenemos una cuenta pendiente con Max y los otros.

Y resolviendo que ya nada quedaba por hablar, se echaron a descansar. Ortiz cayó rendido el primero, seguido de las dos féminas. En cambio López no dormía. En su mente tenía demasiadas cosas. Imaginaba una y otra vez su venganza sobre aquellos que tantos problemas le habían dado. Y en sus pensamientos, poco a poco el cansancio dio paso a los sueños.

Proyecto A.E. copyright © Airam Noda Gómez

2 comentarios:

Maria Muffin dijo...

Hola de nuevo:
Primero, antes de nada te sigo felicitando por como llevas el libro.
Segundo, perdona si te pareció que me tomaba a mal lo de tu comentario, de veras no era mi intención que te molestase a ti el mío, de todas formas me disculpo primero por provocar ese mal entendido y segundo por tardar tanto en contestar e intentar arreglar el asunto.

Un beso y espero que todo se pueda solucionar.

Jackal dijo...

Tanto dormir, tanto dormir. Aquí falta sexo, ¡hombre ya! jajajajaja