lunes, 13 de octubre de 2008

Libro: PROYECTO A.E. CAPÍTULO 26

CAPÍTULO 26. RECUERDOS.

Fleitas sentía un cosquilleo en la boca del estómago considerable. En su interior la sensación de que algo no iba bien creció por momentos. El no saber con certeza si Max había regresado con los demás le suponía un quebradero de cabeza adicional. No puede fallar nada – se decía a sí mismo- no después de tantos años y esfuerzos. Y con ese pensamiento se relajó un poco y procedió a seguir con sus asuntos. Antes de entrar fijó su mirada en el vehículo. No dejaba de asombrarle su tamaño. No es que fuese demasiado grande, tan sólo tenía 3 o 4 veces el tamaño del TET 5. Sin embargo no se parecía a ningún tipo de avión. Su estructura era asombrosa. Le había llevado 2 décadas a sus científicos desentrañar el funcionamiento de aquella avanzada tecnología. En estado reposado, como se encontraba antes de activarlo no tenía una forma definida. Era como un huevo gigante de metal flotando en el aire. Pero en su interior era como un barco, con varias plantas, puesto de mando, habitaciones, salas de distintas funciones… y lo que era aún mejor, podían darle la forma que quisieran. Era increíble. Aquel metal desconocido se moldeaba a voluntad. Y esa era tan sólo una de sus muchas maravillas. Con enorme satisfacción Fleitas procedió a subir por las largas escaleras automáticas que le conducirían al interior. Mientras lo hacía, recordó otro momento y otro lugar. La misma sensación de entonces le embargó. Lo recordaba como si fuera ayer y sin embargo habían pasado muchos años. Rememoró aquel proyecto secreto donde su sueño de la infancia se vio truncado al mantenerse en secreto después de realizado, negándole la gloria que merecía. Formaba parte de un grupo que haría historia, sería de los primeros en pisar el planeta Marte. Con nitidez los recuerdos inundaron su cabeza. El momento del despegue, el viaje de tan sólo 3 meses, el avistamiento del planeta, el suave aterrizaje sobre la rojiza tierra… Aquel planeta tan parecido a La Tierra y a la vez tan diferente donde el hombre sospechaba que pudo haber vida en el pasado. Durante dos días se dedicó a recoger muestras y analizar el terreno hasta que por fin le encomendaron la exploración en el Marte 1. El vehículo eléctrico todo terreno iba como la seda. 3 horas de trayecto y la decisión de explorar un cráter de 100 Km. de diámetro le llevaron a encontrarse con su destino. Allí la contempló por primera vez, la nave que pronto le llevaría a culminar sus planes. Justo delante de ella, un enorme “túnel” emergía de la tierra y aquel vehículo comenzó a avanzar internándose en el. El conducto descendía a las entrañas del planeta y la entrada, comenzó a cerrarse poco después de haberla atravesado. Sintió miedo, sí, pero pronto su curiosidad lo llevó a ignorar ese sentimiento. Fue esa curiosidad lo que le llevó a descubrir secretos inimaginables. Cuál fue su sorpresa al averiguar que aquellos 2 hombres que descendieron del enorme aparato eran humanos y que procedían de un lejano futuro en el que el viaje en el tiempo era habitual. Aquel extraño ordenador que halló le mostraba en imágenes los datos que albergaba y respondía cada pregunta que le hacía. Estaba más allá de cualquier tecnología holográfica que el conociera. Aquel aparato le mostraba las información a través de su propia mente, como si de una copia de datos se tratase, pero de un ordenador artificial a uno orgánico, el cerebro. No pudiendo apagar la sed de conocimiento y con una orden de su pensamiento, apareció ante sí el inicio de aquella tecnología que permitía atravesar las barreras temporales. No pudo creerlo cuando apareció su propio nombre como dueño del proyecto inicial. Comprobó aún más estupefacto que aquel secreto viaje al planeta rojo aparecía entre su historial y con cierta inquietud se dio cuenta de que lo que no mencionaban era su hallazgo de aquel lugar. Nadie lo descubriría pues – pensó-. Ya había averiguado suficiente por el momento y decidió desconectarse, pero cuando estaba a punto de hacerlo le llamó la atención un archivo dentro de los viajes de aquellos humanos del futuro. Abrió el archivo que constaba como Proyecto A.E. y su vida ya no volvería a ser la misma. De pronto una voz que no pertenecía a sus recuerdos lo devolvió al presente. Se percató de que ya había subido la escalerilla y ante sí tenía a Paula.

- Siento comunicarte que el ascensor para internarse en la nave ya había sido arreglado. Has subido las escaleras por gusto.

- Bueno, no ha sido una pérdida de tiempo. Me ha dado tiempo de recordar viejas hazañas.

- ¿Relacionadas con esta bestia de metal? – preguntó abriendo los brazos-

- Sí, sí. Sin duda fue emocionante encontrarla. Aunque tuve que matar para conseguirla. Aún recuerdo las caras de aquellos dos idiotas del futuro. No reaccionaron hasta que fue demasiado tarde. En fin, ¿qué tenemos?

- Todos los sistemas están listos. Las coordenadas del planeta Bezhal han sido insertadas, los recipientes de A.E. cargados a bordo y el grupo pronto estará a punto.

- Excelente Paula. En breve formaremos parte de nuestra propia historia. Sólo espero que Gwen tenga todo controlado. No deseo más sorpresas de esos malditos entrometidos. Si aparecen tiene orden de matarlos sin contemplaciones –hizo una pausa y quedó pensativo. Luego reanudó el habla- Me pregunto si Max habrá hablado. Tengo entendido que mis cirujanos iban a sonsacarle la información que quiero de un modo muy…persuasivo.

- Si no canta, sin duda es que estará loco. No creo que resista tanto dolor –dijo ella convencida-

- Mi querida Paula, no subestimes a ese hombre. Yo lo hice una vez y terminó apareciendo en mi propio despacho y contra todo pronóstico. Por ello es que necesito saber que suerte corrieron los demás. Si él llegó a regresar, puede que el resto también. Está claro que López no cumplió la misión y eso me irrita.

- Ese capullo era muy listo para unas cosas, pero para otras su prepotencia lo cegaba. Seguramente metió la pata. Si me hubieses enviado a mí te aseguro que no habría fallado.

- Es muy fácil decir eso cuando estás aquí y a salvo. No me gusta la gente que alardea de algo que no puede demostrar. Muchos otros me han hecho semejantes afirmaciones en situaciones muy cómodas – soltó con aire crispado-

- Por tu reacción diría que defiendes a López. ¿Qué pasa, ahora sois muy amigos? Creía que era tan solo otro mero instrumento en tus incesantes maquinaciones - expresó Paula con sarcasmo-

- No todos los que tengo a mi lado son tan prescindibles querida. ¿Acaso crees que porque te acuestes conmigo te tendré más en cuenta? Sólo eres otro chochito con aspiraciones en mi lista. Simplemente te mantengo a mi vera porque has demostrado ciertas aptitudes que me sirven para mis planes. Si no fuera así, ya te habría hecho matar. Sabes demasiado.

Con satisfacción Fleitas vio como sus palabras hacían palidecer a la mujer. Sí, solía tener ese efecto en la gente – pensó-. Era importante mantener el respeto mediante el miedo. Sabía que no se debía abusar de él, pues podría volverse en su contra, pero disfrutaba utilizándolo.

- Bien querida – dijo con tono condescendiente- ¿Falta algún detalle más que no me hayas comentado?

- No – contesto ella con sequedad-

- Pues entonces, sigue trabajando. Yo voy a comprobar cómo se encuentra nuestro “invitado”. Quiero saber si por fin ha dicho algo que valga la pena.

Y sin despedirse, se giró sobre sus talones y avanzó por un pasillo bien iluminado, torció hacia la derecha y penetró en un amplio ascensor. Las puertas se cerraron solas y comenzó a descender. Mientras lo hacía se miró a un extraño espejo. Éste le devolvió una mirada cansada y un rostro de incertidumbre y los datos que aparecían junto a su reflejo así lo confirmaban, puesto que un complicado sistema analizaba el estado físico y de salud del que se mirara en él. Se preguntaba si López habría muerto. Sin ningún ruido el ascensor sin cables ni aparentes medios de propulsión había descendido al suelo y sus puertas se abrieron. Fleitas lo abandonó y éste comenzó su retorno a la nave. De camino a la salida del hangar varios operarios lo saludaron. No hizo caso, pues ya tenía el pensamiento fijo en Max. Estaba harto de esperar una respuesta sobre sus compañeros y había decidido mandarlo ejecutar si tras el último interrogatorio no confesaba lo que había sido de sus camaradas. Para su sorpresa, cuando distaba escasos 2 metros para llegar a las puertas que daban acceso al hangar, éstas se abrieron. Ante sí tenía a Gwen y sus hombres. Por su cara supo que algo andaba mal. La interrogó con la mirada pero la respuesta se hizo esperar.

- ¿Vas a contarme qué ocurre? – preguntó impaciente-

- Tenemos un problema – dijo vacilante- Max ha conseguido escapar.

- Más vale que sea una broma Gwen – expresó con tono grave- Por tu bien así lo espero.

- Señor –comenzó Gwen- No sé cómo lo ha logrado, pero cuando llegamos a la sala de los médicos encontramos a uno con una sierra clavada en la cabeza y al otro esposado a la silla. Nos ha contado que tenían a Max en la misma bien sujeto, pero hubo un corte momentáneo de energía y se soltó. Ese cacharro tumbó la energía al encenderlo –dijo señalando la nave- No es culpa mía.

Fleitas la miró unos segundos. Luego, con un tono menos inquisitivo pero firme volvió a hablar.

- Está bien. Da la alarma. Que cada ser vivo de este recinto comience a buscarme a ese hijo de puta. Que lo maten nada más verlo. Debí hacerlo yo mismo cuando tuve ocasión. Está claro que nos será más útil muerto. No puedo seguir arriesgándome a que mis planes se vayan al cuerno. Encuéntrale Gwen o juro que tú y tu escuadrón no volveréis a ver un nuevo día.

Sin decir nada, hizo señas a sus hombres para que la siguieran, desapareciendo por la puerta. Mientras, Fleitas volvió a notar el cosquilleo en el estómago, sólo que esta vez, fue más un malestar nítido en respuesta a la abrumadora certeza de que, efectivamente, algo no iba bien.

Proyecto A.E. copyright © Airam Noda Gómez

3 comentarios:

Maria Muffin dijo...

Ya empezaba a echar de menos algún que otro capítulo, aunque supongo que como la trama se complica poco a poco, tiene que ser más difícil ponerse a cambiar esos detalles que no terminaban de convencer.

Muchos besos.

Maria Muffin dijo...

Terminaban de convencerte, ya no se ni escribir, jajaj.

Hasta pronto.

Jackal dijo...

Me alegro de que continúes revisando la novela. Cada vez hay más piezas del puzzle expuestas, y eso me gusta.