sábado, 27 de septiembre de 2008

Libro: PROYECTO A.E. CAPÍTULO 14

CAPÍTULO 14. VIVIENDO EN EL PASADO.

Max miraba por la ventana de su habitación. Las luces de neón ya iban alumbrándolo todo con sus destellos mientras el sol se iba poniendo en el horizonte. A pesar de llevar 3 meses en aquel tiempo seguía sin asimilarlo del todo. Aún recordaba como anduvieron hasta la carretera que habían divisado en su exploración tras el accidente. Una vez en ella siguieron caminando hacia la ciudad, atentos a cualquier indicio de un vehículo que apareciera en vista a que los pudieran llevar. Caminaron bastante antes de que el segundo conductor que hizo acto de presencia parase y les dejase subir a su vehículo. Max se situó en el asiento delantero mientras que sus compañeros subieron a la parte de atrás de la furgoneta. El dueño de la misma se mostró muy amistoso y hablador, haciéndole miles de preguntas sobre su procedencia, qué buscaban en Las Vegas, etc. Sus respuestas fueron vagas, tan solo se le ocurrió decir que eran de esos que viajaban a pie de estado en estado y viviendo de lo que podían. Ante la poca disposición a dar más detalles, el conductor calló el resto del camino. Al llegar a su destino se despidieron cordialmente y comenzaron a poner su plan en marcha. Lo primero que habían acordado era conseguir dinero. Evidentemente sin identidades no podrían acceder a ningún trabajo y mucho menos a un alojamiento. Así que el único modo que se les ocurrió era complicado y para llevarlo a cabo tuvieron que robar. Max mismo le había sustraído la cartera al amable conductor de la furgoneta, el cual de manera descuidada la había dejado en la tapicería del vehículo. No se sintió muy bien, pero aquello era una acción más que justificada dada su situación. Con el dinero que consiguieron sacar de la tarjeta, entraron a probar suerte en el juego. Para disimular decidieron dividirse y optaron por ir jugando juegos pequeños, como las tragaperras. Cuando hubo pasado un rato y tras perder varios dólares, cada grupo se encaminó hacia una mesa de ruleta diferente. Con el equipo que poseían a Aarón no le fue difícil fabricar sendos dispositivos de tamaño reducido, que se instalaba en la oreja. Dichos aparatos recibían la frecuencia de las ruletas sin problema, que sin lugar a dudas poseían un trucaje muy elaborado para que la banca ganara la mayor parte de las veces. Con un reconocimiento de voz del portador, cualquier número y color que estos dijeran era automáticamente transmitido a la ruleta, la cual se paraba justo donde se hubiese apostado. Para evitar sorpresas los fabricó con un margen de error, para que no siempre se diera el acierto, evitando así levantar sospechas. Sin duda, tras un par de horas, obtuvieron una cantidad considerable y más que suficiente para al menos esa noche no dormir en la calle y comenzar sus nuevas vidas.

La alarma del reloj de Max lo sacó de sus pensamientos. Había llegado el momento. Cogió el abrigo y salió de la habitación. Se dirigió al ascensor, se subió y pulsó la planta baja. Tras un par de minutos se abrieron las puertas en el vestíbulo del edificio, donde tras su mostrador, el portero saludó con amabilidad:

- Buenas noches Sr. Smith. Otra noche de trabajo, ¿eh?.

- Buenas noches Jack. Pues sí, no queda más remedio. Hay que ganarse el pan.

- Sin duda señor, sin duda. Que tenga una buena noche.

- Muchas gracias. Usted también.

Max abandonó el vestíbulo y se encaminó hacia la parada de taxis para subirse a uno. Una vez le indicó el destino, el taxista puso el taxímetro y emprendió la marcha mientras su cliente abría un portátil de última generación. El conductor soltó un silbido de admiración, haciendo que Max levantase la vista para mirarlo:

- Menudo portátil que tiene amigo, ¿Pentium Xenon?

- Sí, es un Pentium Xenon. ¿Le gustan los ordenadores? –preguntó Max-

- Sin duda. Estudié ingeniería informática en la universidad. Me licencié con buena nota e incluso trabajé en alguna empresa, pero no hubo suerte. Durante un tiempo tuve que trabajar de lo que fuera para ir sacándome algo con lo que seguir adelante y aquí estoy 5 años después, de taxista. Hoy día hay tantos informáticos que acceder a un puesto es como que te toque la lotería. La verdad es que me sorprende que usted, y discúlpeme por entrometerme, tenga un aparato tan caro. No parece el típico estirado con los bolsillos de ropa elegante llenos de billetes.

Ciertamente Max no daba el pego de rico, vestía con ropa muy común y barata, sin excederse. Habían destinado todo el dinero que conseguían para obtener las piezas necesarias en la reconstrucción del aparato espacio-temporal, así que guardaban lo justo para subsistir de manera normal, como cualquier persona de clase media. Pero claro, eso no podía contárselo al taxista.

- Bueno, no lo soy. Fue un regalo de unos amigos. Entre todos pusieron dinero y me dieron la sorpresa – mintió Max-

- Vaya, lo que daría yo por tener amigos así. Es un tipo afortunado. De todos modos sus amigos deberían ahorrar el dinero, yo estoy guardando todo lo que puedo. Dicen por ahí que las cosas se pondrán feas.

- ¿A qué se refiere?

- ¡Oh vamos! ¿Es que no ve las noticias en la tele? Se habla mucho de una posible crisis energética. Dicen que el consumo de energía puede provocar una carencia de electricidad pronunciada en cualquier momento. El gobierno lo niega, por supuesto, así que seguro que algo pasa. Siempre niegan todo para tenernos controlados. ¿Usted que opina?

- Bueno, digamos que mi opinión es como la de cualquiera. Pero sinceramente creo que tiene usted razón. Ahorre el dinero que pueda. Es más, yo estoy por vender todo lo que tengo e irme a algún lugar. No sé, a España por ejemplo. Allí el consumo de energía no parece ser tan grande y dudo que se presente una crisis en mucho tiempo.

El conductor lo miró por primera vez a través del retrovisor y puso cara de sorpresa, pero Max no se percató.

- Habla usted como si supiese algo que yo no supiera señor.

- Digamos que tengo un amigo trabajando para el gobierno y me ha dado un par de instrucciones – dijo Max esbozando una leve sonrisa-.

- Pues no se hable más. Por alguna razón algo me dice que es usted sincero. Empezaré con los preparativos. Mi mujer siempre ha querido salir de viaje, así que nos vendrá bien. Paró el taxi en ese momento y le indicó a su pasajero que habían llegado.

- ¿Cuánto es?

- ¿Para usted? Es gratis amigo. Por la información.

- Ni hablar, no puedo permitirlo. Tome, los 30 $ que marca el taxímetro y otros 20 de propina. Ha sido un placer hablar con usted, cuídese y feliz viaje.

- ¡Pues muchas gracias señor! Cuídese usted también y suerte – contestó- Aceleró y se fue perdiendo en la distancia.

Max se giro hacia el edificio que se erguía frente a él. Una nave industrial de considerable tamaño, sucia y envejecida, pero que cumplía su función. Se dirigió hacia unas escaleras que iban a dar a una puerta de la fachada, sacó una llave del bolsillo y la abrió. Tras pasar el umbral la cerró nuevamente con llave y se encaminó con paso ligero hacia el interior. Ciertamente era un recinto grande, aunque nada comparado con la gruta del TET. Mientras andaba hacia un “edificio” más pequeño instalado dentro de la nave, se perdió en el recuerdo de tiempos mejores y sin quererlo, en su ex – jefe Fleitas, al que había llegado a odiar como nunca. En cuanto abrió la puerta del otro recinto, unas caras familiares se giraron hacia él y lo saludaron.

Proyecto A.E. copyright © Airam Noda Gómez

4 comentarios:

Anwar dijo...

Muy bien, ya espero el siguiente capitulo.

Saludos

Jackal dijo...

¡Wow! Un Pentium Xenon es lo más en portátiles en el 2012 :O Ja ja ja ja ja ja; vale ya me callo.

Me está gustando mucho tu libro ^^

Maria Muffin dijo...

Tres cosas rápidas:
Primera: me gusta tu libro.
Segunda: ¿pones los capítulos de 3 en 3 o es que yo tardo mucho entre visita y visita?
Tercera: se me ha olvidado, así que cuando me acuerde entro de nuevo.

Un besooooo

Dan Defensor dijo...

Jopé tío, me gusta mucho tu faceta de escritor, me tienes asombrado!

Perdona que no me pase de continuo como antes pero no sabes la paliza que llevo para el cuerpo. Me acaban de llamar de producción para darme el plannig de mañana y ensayo de 11 a 21 horas... en principio, porque luego siempre salimos más tarde.

Así que, imagínate, llego a casa, me ducho, ceno algo, trato de actualizarmi blog... y poco más. ¡Claro, con todo lo que vas escribiendo en el tuyo no doy abasto, ejejejje!

Muy bueno este libro, de verdad, me gusta más que el relato anterior.

Un saludo!!!