1 Año Viviendo Juntos.

Parece que fue ayer cuando Chiky y yo decidimos irnos a vivir juntos. Desde que la conocí nuestras vivencias se sucedieron una detrás de otra de forma natural y espontánea. Esta no fue diferente. Hace un año sabía que mi por entonces curro estaba a punto de desaparecer gracias a un "compañero" que se suponía era un amigo. Baste decir que al principio todo eran halagos hacia mi trabajo hasta que su mujer, que nada tenía que ver con la empresa, comenzó a criticarme mandando mensajes a Chiky. Cuando la puse en su sitio, de manera educada pero contundente, él empezó a hacerme la vida imposible y a intentar hundirme psicológicamente. Es muy largo y no viene al caso contarlo todo. La cuestión es que como cada noche, Chiky me dejó en casa de mi madre para luego ella ir a la de sus padres y entonces surgió la pregunta: ¿Por qué no nos vamos a vivir juntos?. No importaba que me fuese a quedar sin trabajo, importaba que estábamos cansados de despedirnos cada noche y que o lo hacíamos en ese momento o nunca. Nuestra búsqueda fue corta, pues sólo vimos dos pisos. El primero no nos convenció porque estaba mal distribuído y por mucho que lo mirásemos no nos decía nada bueno. Sin embargo nos hablaron de otro bastante barato, 340 euros al mes, que es bastante bajo en comparación con el resto que hay por ahí y con menos habitaciones (aclaro que hablo a nivel de mi isla, Tenerife. No podemos comparar con el resto de Península porque allí todo es más alto que aquí. Los sueldos, los precios y los pisos). Sinceramente por 3 habitaciones, un patio interior y un pequeño balcón nos dejó asombrados y tardamos poco en decidirnos. Mi finiquito y último sueldo se fue en comprar pintura, enchufes, plafones y demás cosas para la casa, pero valió la pena cada euro. El proceso de pintado no fue muy ameno, porque mi padre es quien vino a ayudar (para más información leed este post http://airamnoda.blogspot.com/2008/07/yo-no-tengo-padre.html). Sin embargo después todo fue llegando poco a poco. Nuestras propias pertenencias recopiladas con los años y los muebles que mis suegros están pagando (cosa por la que siempre estaré agradecido, aparte de que me han tratado como a un hijo desde el principio). Hemos hecho con paciencia y esfuerzo de este nuestro hogar. Uno donde a pesar de mi falta de empleo y alguna que otra decepción con una parte de mi familia y personas que creíamos amigos (de nuevo), ha sido un hogar feliz y un año que ha valido la pena cada minuto. Además se ha afianzado mi relación con la otra parte de mi familia y hemos tenido la suerte de encontrar amigos inesperados y sinceros. Un año entero de recuerdos y vivencias que quedan ahí para sumarse a todos los que vengan a partir de ahora. Empezando por el nuevo miembro de la familia, que podréis leer en el post que viene a continuación.