martes, 11 de noviembre de 2008

Libro: PROYECTO A.E. CAPÍTULO 37

CAPÍTULO 37. SE ACABÓ.

Ya habían bajado de la nave por el ascensor y ahora los conducían hacia el centro del hangar. Un zumbido atronador les hizo taparse los oídos. Los guardias no parecían inmutarse. Los motores de la nave estaban en marcha. La puerta que se encontraba frente al morro comenzó a abrirse, lenta y pesadamente. Ya se encontraban a bastante distancia del aparato. Aún continuaba llegando el estruendoso zumbido, pero ya no necesitaban protegerse los tímpanos. Richard se tocó el hombro. La venda improvisada estaba empapada en sangre. Le hizo una seña a Max con los ojos. Los demás también lo captaron. No quedaba más remedio. Con un gesto rápido Richard se giro y le lanzó el vendaje en la cara a un guardia que soltó el arma al instante por la sorpresa. Antes de que pudiera cogerla otro de ellos le disparo en una pierna, pero no tuvieron tiempo para más. Todos se habían lanzado contra ellos y forcejeaban mientras Richard se arrastraba para coger el arma. Uno de los guardias lo vio y fue hasta el, propinándole una patada en el estómago. Se quedo encogido de dolor. El guardia se agachó a coger la pistola y entonces sonaron 3 disparos. Su cuerpo cayó a plomo y los demás dejaron de forcejear. Sara mantenía el arma en alto y apuntaba al resto. Los guardias entregaros sus pistolas. Violeta, que se encontraba en el suelo, se levantó. Aarón se acercó hasta Richard y lo ayudó a levantarse. La sangre brotaba ahora también de su pierna. Cogieron las esposas magnéticas de los guardias y los esposaron unos a otros, alrededor de una columna.

- Se acabaron las sutilezas. Debemos destruir la nave – dijo Richard a gritos para hacerse oír por encima del zumbido-

- ¿Pero cómo?, están a punto de despegar y no tenemos modo de hacerlo – gritó Sara-

- ¡Sí lo tenemos!, mirad allí – Aarón señaló una pared cercana a la nave-, son generadores de energía. Muy inestables si se les corta el flujo.

- ¡Pero aunque cortemos el flujo tardará en cortocircuitarse y explotar, no tenemos tanto tiempo! – dijo Max-

Violeta se acercó a uno de los guardias y le quitó un cinturón de granadas.

- ¡Como ha dicho Richard, se acabaron las sutilezas!

Todos asintieron. Sara y Aarón se quedaron al cuidado de Richard mientras Max y Violeta corrían hacia los generadores. Las compuertas ya estaban totalmente abiertas y el zumbido empezaba a acelerar. Violeta arranco la anilla a una de las granadas y lanzó el cinturón. Sin mirar atrás comenzaron a correr. Los demás ya se encontraban junto a las puertas que daban al pasillo del interior. Como pudieron, cargaron con Richard que gemía por el dolor, pero no dijo nada. Se oyó una explosión y tembló todo, haciéndoles perder el equilibrio. Se levantaron mientras las paredes crujían. A lo lejos, nuevas explosiones invadían sus oídos. No pararon hasta llegar a la sala de vídeo, donde el vigilante y el soldado seguían atados.

- ¡Sacadnos de aquí por Dios! – exclamó el vigilante-

Max no le hizo caso y comenzó a tocar el teclado, en busca de la salida.

- ¡Joder, no la encuentro!

- ¡Os conduciremos fuera, pero por favor, desatadnos. No queremos morir!

Max miró hacia ellos y luego a sus compañeros. Asintieron. Muy bien – dijo liberándoles-, ahora indicadnos la salida.

- Por aquí, -dijo el guardia echando a correr-

Todos lo siguieron. Cruzaron varios pasillos antes de que los crujidos se oyeran más fuertes y cercanos. Miraron detrás sin dejar de correr… ¡El lugar se derrumbaba! Richard cada vez pesaba más, casi no se mantenía consciente. Sin previo aviso lo cogieron también por los pies y lo levantaron. Las grietas en paredes y techo los alcanzaba, soltando trozos de cemento y tierra. Cientos de personas corrían en todas direcciones para ponerse a salvo y cada vez era más difícil abrirse camino. Viraron a la derecha y no hubo más pasillo. Se encontraron con una puerta. Uno de los guardas pasó su tarjeta por la ranura del panel y esta se abrió con un siseo. Al entrar vieron una sala llena de agujeros circulares en las paredes, al menos 10. Sobre ellos se leía Salida de Emergencia en letras rojas. Uno de los guardias se acercó a uno de los agujeros y agarrándose de una barandilla superior se introdujo en él con las piernas por delante. Los demás cogieron a Richard y lo introdujeron en una de las salidas. Luego fueron metiéndose ellos mismos. Al mirar hacia sus pies, Richard consiguió vislumbrar un tubo que parecía no tener fin. De pronto se sintió impulsado por una ráfaga de aire que lo movía hacia delante. No conseguía ver bien y acabó perdiendo el conocimiento. Cuando despertó parecía que hubieran pasado horas, sin embargo fue consciente de que no era así. A su lado ya había varios compañeros asistiéndolo. Entonces se dio cuenta del ruido que llegaba a sus oídos y miró hacia esa dirección. Una montaña parecía rugir como un león mientras varias explosiones parecían salir de múltiples agujeros. De pronto vio algo salir de ella disparado y pensó que sería un trozo de roca. Sin embargo el objeto, según se iba acercando, fue tomando más la textura de algo traslúcido. Al caer a varios metros de ellos y rebotar varios metros más, distinguieron el gel que los recubría justo antes de salir despedidos de la montaña para amortiguar la caída. Cientos de personas caían por todos lados rodeados del gel, que se disolvía tras pararse definitivamente. Tumbado como estaba Richard miró un cielo estrellado que les saludaba desde arriba. Era de noche. La montaña se hundía sobre sí misma, llenando el desierto de sonidos. La Luna salió de detrás de unas nubes e iluminó el lugar. Un reflejo de metal les llamó la atención. Era el TET 5 a poca distancia de ellos, supuestamente dejado allí por López . Un nuevo sonido llenó la noche. Se giraron y a lo lejos distinguieron luces y una polvareda de tierra. Múltiples vehículos se dirigían hacia ellos. Desde allí avistaron una montaña que les resultó familiar, iluminada por potentes focos. Ensimismados en las luces y el sonido de sirenas que se les acercaba, no se percataron de otras luces que ascendían al cielo justo por detrás de la montaña destruida.

- Se acabó – dijo Max-

Y todos respiraron tranquilos.

Proyecto A.E. copyright © Airam Noda Gómez

1 comentario:

Jackal dijo...

Uffff! Por los pelos :P