Douglas Preston y Lincoln Child son dos de mis autores favoritos. Por separado escriben unas obras muy interesantes, pero juntos me hacen disfrutar como nadie (hablo de lectura, dejad de hacer volar esa imaginación hacia derroteros sexuales. Jajaja). Juntos han creado un personaje muy interesante y que, en mi opinión, sería perfecto para que lo llevasen al cine. De sus novelas, la primera, llamada El Ídolo Perdido fue adaptada con el nombre de The Relic. Cometieron el error de no incluír al personaje más interesante y que más novelas de estos autores ha protagonizado. El agente especial del FBI Aloysius Pendergast, un hombre refinado, millonario, muy inteligente, culto y misterioso. Él se ha topado con casos más raros que los de Mudler en Expediente X y tiene el raciocinio de la propia Scully. En un post posterior hablaré de las obras de Preston y Child, así como del agente Pendergast.
La novela que nos ocupa transcurre en principio en un Templo tibetano aislado del mundo. Allí, Pendergast y su pupila Constance, irán en busca de reposo y enseñanzas más allá del estado físico. Sin embargo su retiro de paz se verá interrumpido por el robo de un objeto muy antigüo que según los monjes servirá para "limpiar" a la raza humana a su debido tiempo. Las pesquizas del agente y su pupila los llevará a embarcar en el viaje inaugural de un nuevo transatlántico de lujo, donde la travesía se convertirá en un infierno sobre el mar.
La verdad es que es un libro ENTRETENIDO, como todos los de estos autores y lo recomiendo a aquel que no haya leído ninguno. Se puede disfrutar de manera independiente, pero sin duda vale la pena leerse todas las aventuras del agente Pendergast e incluso aquellas en las que no es protagonista, ya que Preston y Child han creado un universo de diversos personajes donde destaca con luz propia el agente, pero también hay muchos otros que se cruzan con él y llegan a protagonizar sus propias aventuras. No veo la hora de que estos novelistas publiquen su siguiente obra.
1 comentario:
Muy interesante, no los conocía.
Sin ser una gran maravilla, a mí The Relic me gustó bastante, y los efectos especiales del, por desgracia ya desaparecido Stan Winston, estuvieron muy bien en su momento.
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